Recuerda que, de niña, la última vez que jugó fue a la escondida. Siempre era la primera en ser descubierta, hasta que pudo dar con unrefugio donde nadie pudiera encontrarla. Lo cierto es que pensó muy bien la forma del engaño, procurando escaparse con rigurosa minuciosidad: así fue que llegó a un rincón oculto que la estaba aguardando, con seguridad de poder cantar por fin las hurras.

Allí quedó. La tarde se transformó en crepúsculo, luego fue la noche y jamás amaneció. Nadie la fue a buscar y ni siquiera ella misma logró saber en qué lugar se había ocultado.



Con el correr de los años su vida dio varios giros, sembrando en cada paso una sombra fugitiva. Hay quienes advierten que todavía sigue jugando, esperando que alguien la descubra. Pero tan perfecto es su escondite que no puede evitar las reminiscencias de los tiempos en que la ingenuidad la arrebataba.

Ayer y hoy, la misma escena. El juego sigue, pero ya no quedan cómplices que se diviertan.